sábado, 13 de octubre de 2007

De película

Una tarde de esas sin nada que hacer, Carlos y Milena deciden ir al cine a pasar el tiempo observando una película cualquiera, ninguna en especial. Al entrar a la sala medio oscura no encuentra a ningún otro espectador. Solo ellos y una enorme sala con decenas de butacas para escoger la mejor vista ante la pantalla. Como toda pareja se sientan en un rincón para poder demostrar su cariño a través de besos de amor. Falta poco para la película y nadie entra aun. Se ponen juguetones y comienza Carlos a tocarla en su entrepierna. ¡No! Exclama ella ante una posible entrada a la sala de una persona. Y nadie entra aun. Continúan los abrazos y coqueteos por toda su anatomía. Ella se viene hacia él, bajando su cara hasta llegar a la bragueta de su jean, acaricia con la mano ese bulto que la haría estremecer toda. La mirada de él se centra en aquella felación que recibía, mientras con una mano tocaba sus senos de manera circular. Ya no podían parar, sus cuerpos eran locomotoras sexuales a punto de sucumbir ante sus deseos. Con suma delicadeza Milena se reclina de su asiento y Carlos le realiza el mejor sexo oral prohibido en un lugar público. La película se proyecta y es como si no hubiese pasado nada, se siguen dando placer mutuamente. Ahora con el sonido de la película, los gemidos se convertían en gritos sedientos en acabar esa libido que se les despertó en un lugar solo para ellos. Acaban juntos y se colocan lo poco de ropa que se habían quitado. Aunque sintieron que ese momento pasó de lo más rápido, les gustó la experiencia y quisieron repetirla, lo malo fue que ya no estaban solos. Sus deseos “cinéfilos-sexuales” se vieron frustrados. Se aguantaron las ganas y esta vez si deleitaron de la película.